Tengo una rutina diaria que atiendo casi todos los días. Me levanto a las nueve y paso el día con las mismas cosas; viendo la tele, caminando al aire libre o tejendo algo. Algunos días preparo la cena o limpio la casa. Y hago todo esto sin nadie alrededor de mí, mi solo compañero es mi peluche que es un pingüino. Sí, tengo diecinueve años y tengo un peluche pero lo entenderían si lo vieran.
Estoy tan alegre que voy a ver a mi amiga mañana porque ha pasado mucho tiempo desde que he visto a mis amigos. Sé que podría cambiar la situación pero a veces es muy difícil organizar momentos para ver a las amigas que no viven aquí. Sin embargo, no quiero ser un hermitaño. Cuando me mudo a la capital, voy a tener más oportunidades para eso, al menos así trato de convencerme.
Pasando los días sola tengo muchos beneficios como la paz, el silencio y la libertad de hacer lo que quiero pero hay una gran desventaja: no me gusta sentirme sola.
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